ID | #1666869131 |
Añadido | Jue, 27/10/2022 |
Autor | July N. |
Fuentes | |
Fenómenos | |
Estado | Estudio
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Datos iniciales
Esta historia ocurrió alrededor del año 1700 en la ciudad de Guayaquil.
Nunca se la había visto antes de las doce en punto, y nadie había escuchado las campanas del amanecer a las cuatro en punto de la mañana siguiéndola.
Doce personas que paseaban por uno de los callejones murieron en el momento más inesperado. Frente a ellos, en ese momento, se veía a casi dos metros (siempre como a la distancia de un brazo, pero nunca inalcanzable) a una mujer con una marcha muy elegante, un cuerpo muy delgado, y aunque su cabeza siempre estaba cubierta con una mantilla, una manta o un velo. En su camino había una atmósfera de aroma muy suave de Nardo o violeta.
Noticias originales
No se ganaba en Guayaquil el rumboso título de TUNANTE, por los años 1700, quien no había seguido siquiera una vez a la TAPADA, en altas horas de la noche por los callejones y vericuetos por los cuales llevaba ella a sus rijosos galanes.
Nunca se le veía antes de las doce ni jamás nadie oyó, en la aventura de seguirla, las campanadas del alba, a las cuatro de la madrugada.
¿De donde salía la tapada? Nunca se supo; pero el trasnochador de doce y pico que se entretuviese por alguno de los callejones, de seguro que al rato menos pensado tenía delante de sí, a casi dos metros, siempre como al alcance de las manos pero nunca alcanzable, a una mujer de gentilísimo andar, cuerpo esbeltísimo y aunque siempre cubierta la cabeza con mantilla, manta o velo, revelaba su juventud y su belleza y a cuyo paso quedaba un ambiente de suavísimo perfume a nardos o violetas, reseda o galán de noche.
Hipótesis
Investigación
Currículum
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